LA AVENTURA DE APRENDER

De acampada con Unai y Amaia en las montañas de Riaño. Foto: ©Andoni Canela

A raíz de los proyectos en los que he trabajado últimamente (Learning in the Wild, Aulas Creativas) y de nuestra manera de funcionar como familia, han surgido muchas conversaciones en mi entorno profesional y vital sobre educar a los niños en la naturaleza. 

A menudo, me preguntan sobre los efectos (positivos) que la opción de la vida al aire libre y de crecer cerca de la naturaleza tiene sobre mis hijos. Y, en estas conversaciones, siempre acaban saliendo las investigaciones y las teorías de buenos pedagogos que explican cómo este contacto lleva a un crecimiento más sano, más feliz, más rico... 

Después de haber hablado mucho de estos autores y de sus libros, de haber leído artículos, entrevistas, reseñas sobre sus publicaciones… se me había acumulado el trabajo sobre la mesa (o, mejor dicho, en la cabeza, porque ahora no tengo escritorio fijo). Quería leerme todos estos libros que explican cosas en las que yo también creo y que observo en mi día a día.

Pero renuncio a ello. Decido no leer nada más porque no quiero teorizar más. Nuestra manera de educar, de vivir con nuestros hijos, no está basada en ninguna teoría, filosofía o corriente educativa determinada, sino en nuestra manera de ver el mundo y disfrutar de la vida. 

Hoy por hoy, pienso que nuestro aprendizaje tiene que ser práctico, sustentado en los valores y los criterios que poseemos como personas y como familia, en nuestras ganas de experimentar, de ser creativos y de vivir como nos gusta.

Y, por tanto, constatar cómo la naturaleza interviene en nuestro proceso de crecimiento (como niños, como familia, como adultos, como padres...) también tiene que ser algo empírico. Quiero comprobarlo, verlo, tocarlo, sentirlo, digerirlo... por mí misma. Y explicarlo. Más tarde, si es necesario, ya teorizaremos.

Esta es la base de 'La aventura de aprender'.

Y aquí algunas de nuestras pequeñas aventuras:

- Amaia y los arándanos
- El parque de atracciones
- Cama de helechos
- La piel del queso